Dios ha mostrado su inmensa bondad para con los hombres, porque quiere reconciliar al mundo consigo mismo por medio del mensaje de reconciliación, esa es la parte céntrica de la buena nueva, venir a Dios por medio de Jesucristo en el poder del Espíritu Santo, eso es salvación.

Comencemos con la cita en Mateo 16: 13-20; Jesús preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?, y ellos respondieron varias cosas, que era Juan el Bautista, Elías y otros Jeremías, y después Jesús les preguntó: ¿quién decís que soy yo?, y Pedro respondió: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces Jesús le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Es decir, que no se lo reveló ningún ser humano, sino su Padre Celestial. Venir a Jesús es por la gracia y bondad de Dios, pero cómo pudiéramos escuchar el mensaje del evangelio, y creerlo con firmeza en nuestro corazón, pues este mensaje es vida, y vida en abundancia. Necesitamos que el corazón sea circuncidado, pero para que eso ocurra, debe ser algo más fuerte que intentar con nuestro propio esfuerzo quitar todas las capas de piel en el corazón endurecido, necesitamos una cirugía, que el velo sea quitado, eso es precisamente lo que significa “Revelar”, quitar el velo, quitar la cubierta; pero qué es ese velo que no nos deja ver la hermosura de Jesús, ese velo es ceguera espiritual, autosuficiencia, sabiduría humana, egocentrismo, falta de humildad, pensar que no somos pecadores ante un Dios Santo y digno de suprema alabanza. El Señor quita ese velo, por medio de su Espíritu.  

Vemos como en la parábola del tesoro escondido de Mateo 13:44, dice que el tesoro, que es el reino de los cielos, está escondido en un campo, pero cuando la persona encuentra ese tesoro, que no se ve con ojos naturales, sino con los espirituales, entonces es llena de gozo. Es tan riesgoso, recibir a Jesús en nuestra vida, por los motivos equivocados, muchos creen que el principal problema que tenemos como seres humanos, son las aflicciones de este mundo: las dificultades económicas, los conflictos familiares, las enfermedades, la ansiedad, stress, etc.; el principal problema que tiene el ser humano es que, por causa del pecado que entro al mundo, es esclavo del pecado, sujeto al deseo de la naturaleza pecaminosa, y sobre todo, separado del Dios Altísimo. Aunque el Señor permita que por medio de estas aflicciones, lleguemos a los pies de Cristo, Él quiere que nos arraiguemos y cimentemos en Jesucristo; porque los primeros días serán de gozo y paz, pero con el transcurrir del tiempo, cuando vengan las aflicciones por causa de la palabra, sino hay raices profundas, entonces la persona cae(Mateo 13:21). Hay que tener esto en mente, debemos permanecer fieles a seguirle, por esa razón necesitamos de su gracia, bondad, misericordia y amor diariamente, para poder dar el fruto que Dios quiere, para su gloria y alabanza.  

La enseñanza en Marcos 10:13-16, es que para ver el reino de Dios debemos ser como son los niños, es claro Jesús, si no somos como ellos, no podremos entrar en Él. Y estos niños que se podían cargar, son esos niños que confían en sus padres, que creen en el que los provisiona para sus necesidades diarias, que quieren estar con ellos en todo momento, en palabras más concretas son los que confían, es decir, la fe es confianza, confianza sin prejuicios, sin argumentaciones abstractas, sin altivez, sin fortalezas mentales, esa es la confianza que Dios nos está pidiendo en su Hijo. Hay que llegar con humildad, pues necesitamos de las riquezas de su gracia. Esto no es solo en el comienzo de nuestra vida cristiana, esto debe ir creciendo en obediencia a las palabras del Señor.

Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes.