EMDJ66 – ¡Entonces «comamos y bebamos, que mañana moriremos»! – 1 Corintios 15:32

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1 Corintios 15:32

Pero ¿de qué me serviría, desde el punto de vista humano, haber luchado en Éfeso contra fieras? Si los muertos no resucitan, ¡entonces «comamos y bebamos, que mañana moriremos»!

El “disfrutar de esta vida” es comer y beber, que de algo hay que morir, frases como estas son muy mencionadas en el mundo. El cristiano sabe que, la vida verdadera llega cuando el alma muerta resucita en el nuevo nacimiento espiritual, cuando la prisión de las tinieblas es destruida por la luz del evangelio de la gloria de Cristo. Y aunque muchos en el mundo puedan decir que la felicidad de esta vida es: Ahora, pues, ¡a comer, a beber y a disfrutar!, como en la parábola del rico insensato (Lucas 12.19), para los hijos de Dios, las cosas son diferentes, ya no tendremos sed y hambre por el desenfreno de estas cosas, pues al disfrutar de la presencia de Dios, la buscaremos diariamente, y a la vez, vamos siendo enseñados por Dios, y los deseos de nuestros corazón se van transformando a lo que a Él le agrada, y eso no es una carga para el que ama al Señor Jesucristo.

Hay deseos carnales que batallan contra el alma (1 Pedro 2.11), pero el apóstol Pedro nos insta a que como extranjeros y peregrinos en este mundo, no cedamos a ellos; al deseo engañoso que endurece el corazón paulatinamente. Los no creyentes aunque profesen que viven felices con el desenfreno, no es verdadera libertad, es atadura a la esclavitud del pecado. El que fuma, necesitará de uno o varios paquetes de cigarrillos diarios para tranquilizarse, el alcohólico necesita de licor diario para sentirse en paz, lo mismo el que está sumergido en la droga, en la pornografía, en el sexo desenfrenado, prostitución, en los videos juegos, en los casinos, la envidia, la amargura, los chismes, la ira, la obsesión de ser codiciado en las redes sociales, el rico no se satisface con el carro deportivo número 12, sino que necesita el 13, y así sucesivamente, en fin, la lista es larga, el alma nunca puede ser satisfecha con cosas que esclavizan, pues las cosas espirituales, se tratan en el interior del alma. Como mensajeros al mundo debemos ir a liberar a los cautivos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Él es quien obra por el poder de su Espíritu, nosotros como siervos, obedecemos al Señor. Jesucristo vino a salvar lo que se había perdido, cada uno de nosotros fue liberado, para también ayudar a otros a que encuentren la verdadera vida, y libertad en Cristo Jesús.

En 1 Corintios 15.32, en una argumentación del Apóstol Pablo a aquellos que decían que los muertos no resucitan porque la vida termina con la muerte física, les decía, que si es cierto que los muertos no resucitan, entonces, a comer y beber que mañana moriremos. Si nuestra esperanza en Cristo solamente es para esta vida terrenal, seriamos los más desdichados (1 Corintios 15.19). Muchos tienen esta filosofía de vida, y muy a pesar que han escuchado que hay vida eterna, y vendrá el juicio final, no les importa; cuando nuestro Jesucristo venga desde los cielos traerá juicio sobre la tierra, salvará a los que esperan con ansia su venida, lo creas o no, esto es algo inevitable. La resurrección de los muertos vendrá, los que estemos en Cristo para vida eterna, y los que le rechazan para condenación eterna, y esa resurrección será corporal.  

No debemos tomar los extremos, es decir, pasar encerrados en un cuarto si tener contacto con nadie, simplemente porque no nos queremos contaminar, no es así, debemos ir al mundo a ser mensajeros del reino, en el trabajo, en los estudios, en el lugar donde nos movemos, pero no adoptar las costumbres de este mundo para pretender estar realizado. El realizarse para el cristiano, es precisamente lo contario al mensaje de este mundo, es morir a nosotros mismos (Lucas 14.26), a nuestros deseos egoístas; hay que tener fe de lo que dice la Escritura, es un testamento, que fue escrito por seres humanos inspirados por el Espíritu Santo, y cada creyente debe precisamente hacer eso, creer con todo el corazón lo que está escrito.

Jesucristo dijo nadie puede venir a mí, si mi Padre no me lo envía, y Él nos resucitará el día final, el día del juicio (Juan 6:44), es por gracia (Efesios 2.5), es por fe (Efesios 2.8), es por su misericordia (Efesios 2.4), que podemos escapar de la esclavitud del poder de las tinieblas. Así que de ahora en adelante revisa cada cosa que hagas, pues si comemos, no en glotonerías, y si bebemos, no para embriagarnos (Lucas 21:34), lo que debemos hacer, siempre será dentro la armonía del amor, para la gloria de Dios (1 Corintios 10.31). Podemos disfrutar con nuestra familia, hermanos y allegados, pero no basada en el desenfreno o disolución, porque Dios también nos ha dado el pan de cada día, para que lo disfrutemos, pero no desmedidamente, sino con un corazón agradecido a Dios, sin hacerle daño al prójimo.

El desenfreno de la vida mundana, entregados al libertinaje y las pasiones, no es la vida que un cristiano ha sido llamado a llevar, sino conforme a la voluntad de Dios (1 Pedro 4.2-3), muchos chocan con esto, porque les gusta el placer pecaminoso. Si llevas tiempo creyendo que podemos manejar la piedad teniendo un pie en el mundo y otro en la vida de fe, erramos, pues al final, todo esto cobra factura, y el lodo cenagoso comienza a empantanar al alma.

Si con toda intención pecamos después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados sino una terrible expectativa del juicio y del fuego ardiente que devorará a los enemigos de Dios ( Hebreos 10:26-27), esto se refiere a los que han llegado a la apostasía, pero si una persona profesa ser creyente en Cristo, y  sabiendo que algo desagrada a los ojos de Dios, y es obstinado a persistir en el pecado, después de haber recibido el conocimiento de la verdad, con el tiempo puede llegar a la apostasía, que es alejarse de la fe verdadera, por lo tanto, ya no hay sacrificio que lo salve, sino que queda la terrible expectativa de juicio. Hay esperanza, si vuelve a Cristo con arrepentimiento, pero persistir toda la vida siendo obstinado de corazón, en pecados que quitan el gozo y la paz, si tomar decisiones radicales,  solo porque no quiere ser vituperados por el espectro social en que vivimos, trae consecuencia graves al alma. 

Si estas leyendo estas líneas y estas apartado del Señor en este momento, fuiste cristiano desde muy joven, y llegó un tiempo en que las dudas inundaron tu pensamiento, las tentaciones acorralaron el alma, y fuiste poco a poco cediendo a la incredulidad, y a la vez, voluntariamente, a tal punto que te volviste enemigo de Dios, dice la Escritura que solo queda una terrible expectativa de juicio. A veces podemos tener el cuchillo tan cerca de la garganta y pensamos que no se moverá más, pero no sabemos el día que ya no estaremos en este mundo terrenal, comenzamos a estar aplazando y aplazando la decisión de reconciliación, como si supiéramos el día que vamos a morir para arrepentirnos unos minutos antes, y mientras tanto, disfrutar de la supuesta verdadera vida y libertad. Algunos piensan que la vida cristiana y es muy aburrida, ya que según ellos, se restringen muchas cosas para disfrutar y el desarrollo de la libre personalidad.  

La noticia más maravillosa de todas ha llegado a las naciones, “En ti serán benditas todas las naciones” (Gálatas 3:8), esa buena nueva fue anunciada al patriarca Abraham, que por medio de uno de sus descendientes en la carne, tendríamos acceso por el Espíritu al Padre Celestial. Esta noticia no deja de maravillarme cada día que camino en el Señor, fortalece mi alma, un pecador que fue sacado del lodo cenagoso, trasladado del reino de las tinieblas al reino de su amado Hijo. Gracias Dios, por haber enviado a su Hijo Unigénito, el Salvador del mundo, es nuestro Rey, nuestro Sumo Sacerdote, El Señor, el primogénito de entre los muertos. ¡Ven Señor Jesús!

Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes.

Elaborado por:

Jair Sánchez Ordoñez

Ministerio el Mensaje de Jesús

PASTOR | TEÓLOGO | FUNDADOR EMDJ

Jair Sánchez Ordoñez

Ministerio el Mensaje de jesús

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